Ashi añane

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La cerámica awajún como tesoro vivo del bosque

"Ashi añane" brindó homenaje a la cerámica awajún como patrimonio vivo y explicó cada etapa de su elaboración tradicional. Foto: captura.

"Ashi añane" brindó homenaje a la cerámica awajún como patrimonio vivo y explicó cada etapa de su elaboración tradicional. Foto: captura.
9:51 horas - Lunes, 17 Noviembre 2025

Ashi añane hizo homenaje al Día Internacional del Patrimonio Mundial, celebrado el 16 de noviembre. El relato destacó el valor de la cerámica awajún, una manifestación ancestral ubicada en el corazón de la Amazonía peruana y reconocida por la Unesco como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. No se trata solo de piezas artesanales, sino de un legado cultural que refleja la identidad, la espiritualidad y la memoria colectiva del pueblo awajún.

Esta técnica milenaria pertenece exclusivamente a las mujeres awajún. La tradición se transmite desde la niñez. Las pequeñas aprenden a través de la observación y el acompañamiento de las dukúg, mujeres mayores que guardan los conocimientos más antiguos y actúan como maestras. Ellas conservan los secretos de la elaboración, desde la búsqueda de la arcilla sagrada hasta la decoración final de cada pieza.

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EL SIGNIFICADO DE LA ARCILLA SAGRADA

Antes de iniciar el proceso, las mujeres buscan la arcilla conocida como dúwe. La comunidad participa de forma conjunta. Los hombres retiran la arcilla desde las profundidades de la tierra y las mujeres seleccionan la más suave y pura. El material proviene normalmente de zonas cercanas a los ríos, donde el suelo mantiene una composición fértil y de gran resistencia. Su uso permite la creación de piezas duraderas y respetuosas con el entorno.

La preparación incluye también cenizas vegetales obtenidas a partir de cortezas de árboles como el yukuúku o el capulí. Estas cortezas se queman con responsabilidad ambiental. Una vez frías, las cenizas se tamizan hasta quedar finas y uniformes para mezclarlas con la arcilla y dar origen a una masa sólida.

EL NACIMIENTO DE CADA PIEZA

Las maestras inician su trabajo sobre una tabla llamada tátag. Forman un disco que servirá como base y luego crean finas tiras de arcilla llamadas nanét. Cada tira se coloca con paciencia hasta levantar la vasija pieza por pieza. Las superficies se alisan hasta que la forma queda definida.

Posteriormente, la pieza se expone al sol para que el calor natural dé la firmeza inicial. Luego se pule hasta quedar suave, y se deja cerca del fuego con el fin de reforzar su estructura antes de la quema. La cocción final se realiza con leña seca conocida como chiquín. El fuego transforma la masa en cerámica y le otorga resistencia a largo plazo.

DECORACIÓN CON LA ESENCIA DEL BOSQUE

La protección de la pieza se logra gracias a una resina vegetal aplicada cuando aún está tibia. Esta capa impermeabiliza la cerámica. El acabado decorativo utiliza pigmentos naturales. El achiote ofrece tonos rojos intensos y el carbón tonos negros profundos. En ocasiones se añade un cabello de la artesana, detalle que marca una conexión espiritual y personal. Los diseños se conocen como chachamanu y representan la naturaleza, los espíritus y las experiencias de cada mujer.

La cerámica awajún refleja una relación armoniosa entre la comunidad y su territorio. Cada material nace del bosque y la responsabilidad en su obtención asegura continuidad. Proteger el bosque significa proteger este taller natural, el conocimiento de las dukúg y el futuro de las familias awajún.

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