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Manuel Donayre: el Diamante Negro que sigue brillando después de 65 años de música

En "Sonidos del Mundo", Mabela Martínez conversa con Manuel Donayre, el Diamante Negro de la canción peruana, sobre su vida, su carrera musical y los momentos que marcaron sus 65 años en los escenarios. Foto: captura.

En "Sonidos del Mundo", Mabela Martínez conversa con Manuel Donayre, el Diamante Negro de la canción peruana, sobre su vida, su carrera musical y los momentos que marcaron sus 65 años en los escenarios. Foto: captura.
14:34 horas - Lunes, 27 Octubre 2025

Hay voces que no se olvidan. Una de ellas es la de Manuel Donayre, conocido como el Diamante Negro de la canción peruana. Con 65 años de trayectoria, el artista visitó Sonidos del Mundo, conducido por Mabela Martínez, para compartir los momentos más entrañables de su vida artística y personal.

Desde niño estuvo rodeado de música. Su familia, entre cantoras y músicos, fue la primera escuela. A los cinco años ya interpretaba boleros como Bésame mucho o El preso número nueve. Ese mismo año, en su cumpleaños, se presentó por primera vez ante un público en un circo de Cañete.

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Yo pensé que ellos me iban a seguir los músicos, pero no entraban. Canté a capela y la gente comenzó a aplaudir”, contó. Ese día, recuerda, “exclamaron: nació una estrella”.

LOS PRIMEROS PASOS EN LA TELEVISIÓN Y LA RADIO

Su talento infantil no pasó desapercibido. Muy pronto llegó a Lima acompañado por su abuela y sus tías, las Hermanitas Tralaviña, quienes lo llevaban a cantar en distintas emisoras: Radio Victoria, Radio El Sol, Radio Atalaya, Radio Agricultura, entre otras. Luego, su voz comenzó a sonar también en la televisión.

En aquellos años conoció a Nicomedes Santa Cruz, quien fue una figura fundamental en su formación. “Era muy cariñoso, como un padre para nosotros (...) Nos enseñaba a no quedarnos quietos”, recordó Donayre.

DE LAS PEÑAS A LOS GRANDES ESCENARIOS

Con el paso del tiempo, su voz empezó a brillar en las tradicionales peñas limeñas. Actuó en El Parral, El Rincón Cajamarquino, La Peña de las Guitarras, La Jarra de Oro, La Peña de Irma y Osvaldo y muchas más. “Los dueños de los locales me buscaban y, les di éxito porque duraron mucho tiempo”, comentó orgulloso.

En 1980 su carrera alcanzó un punto decisivo. Grabó el tema Destino para Sonoradio, y poco después Secreto, canción que lo consagró a nivel nacional. “El disco salió un 15 de julio, víspera de la Virgen del Carmen, y ese mismo día me llamaron para entregarme un disco de oro por récord de ventas”, recordó emocionado. Pocos días después, su álbum alcanzó cifras récord de ventas, incluso por encima de grandes artistas internacionales como Julio Iglesias.

UNA HISTORIA DE CONSTANCIA Y PASIÓN

El propio Donayre contó que incluso logró cantar en el Estadio Nacional después de que el espectáculo oficial ya había terminado. Según relató Donayre, tras finalizar el concierto de Julio Iglesias en el Estadio Nacional: “Comencé a cantar sin micrófono ni músicos (...) Julio Iglesias me dijo: ‘Nunca había visto a alguien venir y cantar después del show, y causar tanto bullicio’”.

UNA VIDA ENTRE PERÚ Y ESTADOS UNIDOS

Desde 1992, Manuel Donayre vive en Estados Unidos, adonde llegó por una invitación de la compañía Alma Latina. “Les agradezco de todo corazón, porque por ellos sigo allá”, dijo. Desde entonces, ha llevado la música peruana a escenarios internacionales sin dejar de regresar a su país para reencontrarse con su público.

A sus 75 años, el intérprete continúa cantando y agradeciendo a la vida. “Sigo cantando. Tengo 65 años de vida artística. Y aquel que dijo que yo iba a cantar siete meses, a él también le digo: todavía sigo cantando”.

SU LEGADO Y SUS REFERENTES

Donayre no duda en reconocer a quienes marcaron su camino. Menciona con respeto a Roberto Tello, Rómulo Varillas, Panchito Jiménez y los hermanos Matallana, y entre las mujeres, a María de Jesús Vásquez, Lucha Reyes y Marisa Rodríguez, a quien define como “una mujer muy cálida, una gran artista y una buena madre”. Entre los internacionales, su admiración va por Raphael y Fausto Papetti.

Antes de subir al escenario, tiene un ritual simple pero profundo: “Encomendarme a Dios, darle gracias por lo que tengo y por seguir compartiendo”.

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