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Agenda 2030 de la ONU: el agua como eje estratégico del compromiso mundial

En menos de cinco años del plazo para cumplir los Objetivos de Desarrollo Sostenible, los avances son desiguales y en regiones como América Latina los progresos resultan insuficientes.

Proteger el planeta es una de las metas para cumplir los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas. Foto: difusión.

Proteger el planeta es una de las metas para cumplir los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas. Foto: difusión.
13:15 horas - Martes, 23 Septiembre 2025

Hace más de diez años, los Estados miembros de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) adoptaron la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, un compromiso global sin precedentes que fijó 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), 169 metas y 231 indicadores.

La propuesta buscaba erradicar la pobreza, proteger el planeta y garantizar la prosperidad de todas las personas a través de una hoja de ruta común.

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Con la participación de 193 países, la Agenda 2030 se convirtió en un marco de acción colectiva que debía cumplirse en un plazo de 15 años, hasta 2030. Cada país se comprometió a implementar políticas públicas y planes nacionales orientados al logro de los ODS.

Sin embargo, a más de una década de su aprobación, los resultados muestran un panorama mixto. El Informe de Desarrollo Sostenible (Sachs et al. 2025) revela que 190 de los 193 países firmantes han elaborado planes y marcos institucionales, pero los avances siguen siendo insuficientes para cumplir plenamente las metas.

Europa, con los países nórdicos a la cabeza —Finlandia, Suecia y Dinamarca—, mantiene el liderazgo gracias a sus condiciones socioeconómicas favorables. En paralelo, regiones como el este y sudeste asiático y los países BRICS han mostrado avances relativos importantes gracias a su dinamismo económico. Entre los logros globales destacan el acceso a electricidad (ODS 7), la conectividad digital (ODS 9) y la reducción de la mortalidad infantil (ODS 3).

No obstante, muchos objetivos permanecen estancados, especialmente en materia de pobreza, alimentación y desigualdad, lo que pone en riesgo el cumplimiento integral de la Agenda 2030.

AMÉRICA LATINA: REZAGO Y VULNERABILIDADES

El panorama regional en América Latina y el Caribe es menos alentador. Según el Centro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible para América Latina y el Caribe (CODS, 2023), la región alcanza en promedio solo un 60 % de cumplimiento. De acuerdo con el informe Sachs et al. 2025, únicamente el ODS 7 (Energía asequible y no contaminante) está encaminado.

Cinco objetivos muestran avances lentos, mientras que ocho permanecen estancados. El pronóstico es claro: ningún país de la región logrará cumplir en su totalidad los 17 objetivos hacia 2030.

Entre los factores que explican este rezago destacan los impactos de la pandemia de COVID-19, los conflictos internacionales y las tensiones comerciales globales, que han debilitado la economía y la cooperación internacional. Estos factores también profundizaron las desigualdades sociales, afectando de manera directa áreas críticas como la pobreza (ODS 1), la seguridad alimentaria (ODS 2), la salud (ODS 3) y la educación (ODS 4).

CASO PERUANO: AVANCES RELATIVOS, DESAFÍOS ESTRUCTURALES

Perú ocupa el puesto 65 de 167 países en el ranking global (Sachs et al., 2025), lo que lo ubica en una posición relativamente favorable frente a sus pares latinoamericanos. En la región, se encuentra en sexto lugar de 20 países analizados (CODS, 2023).

No obstante, este lugar privilegiado es solo relativo. El país no cuenta con ningún ODS en trayectoria de cumplimiento pleno. Doce objetivos muestran un desempeño moderado y cinco permanecen estancados, lo que revela limitaciones estructurales para acelerar transformaciones profundas.

EL AGUA COMO EJE ESTRATÉGICO

Frente a estas limitaciones surge la pregunta: ¿qué objetivos deberían priorizarse para maximizar los avances de la Agenda 2030? Expertos señalan que el agua puede jugar un papel central como catalizador de múltiples transformaciones.

El ODS 6 (Agua limpia y saneamiento) tiene un impacto directo en la salud, la seguridad alimentaria, la reducción de la pobreza, la igualdad de género y la resiliencia climática. Es decir, su avance genera beneficios transversales en varios de los ODS.

Sin embargo, la situación es preocupante. El Informe Mundial de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo de los Recursos Hídricos (Unesco, 2025) advierte que ninguna meta vinculada al agua está cerca de cumplirse y, en algunos casos, se registran retrocesos.

Esto refleja la complejidad de los desafíos hídricos, que no pueden resolverse con enfoques sectoriales aislados, sino mediante políticas integradas que operen en diferentes escalas y articulen las dimensiones social, ambiental, económica e institucional.

FONDOS DE AGUA: INNOVACIÓN EN GOBERNANZA

Ante esta realidad, los fondos de agua emergen como un mecanismo innovador de gobernanza. Estos instrumentos buscan coordinar al sector público, privado, la academia y la sociedad civil en torno a la gestión sostenible del recurso hídrico.

Su diseño permite articular acciones desde lo local hasta lo global, trabajando en cuencas, subcuencas y microcuencas. Los fondos de agua se enfocan en asegurar disponibilidad, calidad y acceso al agua, combinando el conocimiento técnico con la participación comunitaria.

En América Latina, donde la falta de coordinación institucional suele frenar avances, los fondos de agua se perfilan como una oportunidad estratégica para acelerar el cumplimiento parcial de la Agenda 2030.

UNA AGENDA EN CUENTA REGRESIVA

Con menos de cinco años por delante, el mundo enfrenta una encrucijada. Los informes evidencian que el modelo actual de implementación no alcanza para cumplir las metas.

La región latinoamericana, y en particular países de ingresos medios como Perú, ilustran la dificultad de traducir los compromisos en resultados concretos. Aun así, el agua puede convertirse en un punto de partida para generar cambios sistémicos.

Priorizar el ODS 6 no significa descuidar los demás, sino reconocer su potencial estratégico como palanca de transformación. Apostar por fondos de agua y mecanismos de gobernanza integrados podría ser la vía para acercarse a las metas globales que el mundo se trazó hace una década.

La Agenda 2030 fue concebida como un compromiso mundial con el futuro. Para evitar que se convierta en una promesa incumplida, se requiere voluntad política, inversión, innovación institucional y, sobre todo, cooperación multiactor. El tiempo, sin embargo, corre en contra.

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