Claudia Rheineck: “La música debería ser un derecho, luchemos por eso”

En Miradas, Claudia Rheineck compartió su historia: una infancia creativa, una adolescencia rebelde y una vida dedicada a enseñar que todos pueden cantar y acercarse a la música. Foto: captura.
Claudia Rheineck fue la invitada de Fátima Saldonid en Miradas, donde compartió su historia. Directora coral, educadora musical y fundadora de proyectos que hoy impactan a cientos de personas, Claudia recordó sus primeros pasos marcados por la pasión, la imaginación y una vocación inquebrantable.
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UN PIANO DE CARTÓN Y UNA NIÑA SOÑADORA
Desde muy pequeña, la música tocó el corazón de Claudia. No tenía piano en casa, pero eso no la detuvo: se fabricó uno de cartulina para practicar las lecciones que recibía con devoción de su primera maestra, María.
Aunque las teclas eran solo dibujos, su mente ya era un concierto: "Yo tocaba y en mi cabeza sonaban las notas y la música".
Su vínculo con el piano nació durante una clase de ballet, cuando un pianista acompañó la sesión. Fue amor a primera nota. “Era bien gracioso porque mis hermanos se burlaban”, contó entre risas.
CUSCO Y LA VOCACIÓN DOCENTE
Entre los 5 y 10 años vivió en Cusco, etapa que definió como la mejor infancia posible: libre, feliz y musical. Allí tuvo su primer acercamiento al canto coral gracias a una maestra que armó un pequeño coro escolar.
Inspirada, grabó su voz en cassette y creó un show navideño para su familia, haciendo un canon consigo misma. Además, descubrió su amor por la enseñanza: "Mi juego predilecto era llegar del colegio y ser la profesora", recordó con cariño.
Más adelante, esa pasión se volvió oficio. “Mi fascinación cuando enseño es ver la ilusión de la persona cuando está aprendiendo”, confesó.
REBELDÍA CON DESTINO MUSICAL
A los 15 años, Claudia asistía a una academia preuniversitaria por presión familiar. Un día, decidió escaparse y pasar las horas en el conservatorio, tocando piano y alimentando su verdadera pasión. La verdad salió a la luz cuando su madre fue a buscarla y no la encontró en clases.
Esto ocasionó una reunión familiar para hacerle entender que debía estudiar en la universidad y seguir con la música como una afición. Fue entonces cuando ella se armó de valor y expresó su desacuerdo.
“La mesa puesta, con todas las tazas, el lonche, me levanté de la mesa y tiré ... (...) salí corriendo, llorando ”, narró.
Su hermano mayor la abrazó y le dijo: “Ya hubiera querido yo así como tú, a tus recientes 15 años, saber lo que quieres hacer de tu vida”. Con el tiempo, sus padres la comprendieron y la apoyaron.
Aunque muchos imaginarían que Claudia empezó muy temprano, lo cierto es que tocó su primer piano a los 12 años, una edad considerada tardía para el conservatorio. Fue su expresividad lo que la hizo ingresar.
Su maestra Ana Toguchi confió en ella, y más adelante, otros mentores marcaron su camino: Elena Ishikawa, Wilfredo Tarazona y José Antonio Gutiérrez, quien la acercó al mundo coral. “Cuando tú diriges, tú ya no eres tú, tú eres la música”, reflexionó durante la entrevista.
UNA VIDA ENTRE COROS Y PROYECTOS
Hoy, Claudia lidera Voces del Sol, un coro infantil que va más allá del canto: es una comunidad transformadora. Los niños ingresan por audición, sin necesidad de formación previa. También existe la etapa Prevoces del Sol, para quienes inician desde cero.
Además, junto a su esposo, el músico Lucho Quequezana, dirigen Hanan Música, una escuela que alberga proyectos como Vocal Pop, Voces de Oro y Creciendo, este último para bebés desde los cinco meses.
La historia de amor con Lucho empezó tras una presentación del Coro de Niños de Viena. Claudia no veía televisión ni estaba en redes, pero ese día, la música los unió. “Me cautivó su forma de tocar”, reveló. La colaboración artística se convirtió en una vida compartida, tanto en lo personal como en lo profesional.
LA MÚSICA COMO DERECHO Y COMO PUENTE
Para Claudia, la música no es un lujo, sino una necesidad: “La música es un derecho. Ya no la pueden poner como un cursito extra… Eso es una mentira”. Defiende que el canto es algo innato al ser humano: "Yo creo que el peruano se expresa muy bien a través del canto, el canto es el instrumento con el que nacemos". Por eso insiste en que debe ser un curso obligatorio, tan importante como matemática o comunicación.
"Todas las personas pueden cantar y todas las personas pueden acercarse a la música", comentó. Incluso rechaza la idea de corregir a quienes no afinan: lo importante es la emoción. Y en los coros, asegura, se construyen habilidades sociales valiosas: "En el coro el niño aprende a escuchar, aprende a tolerar".
La pasión, dice, es el motor que ha movido todo en su vida: “La pasión es la columna vertebral para todo lo que uno quiere emprender en la vida”.
El proyecto Voces del Sol sigue creciendo. Claudia anunció que están a un mes de grabar un disco con repertorio de Forte, su más reciente espectáculo centrado en el bullying. “Se vienen nuevos proyectos para el coro”, adelantó con entusiasmo.
Más allá de formar músicos, Claudia forma ciudadanos sensibles. Su mensaje final fue claro: “Traten de inculcar la música en sus hijos. (...) Esto podría cambiar sustancialmente la esencia de nuestra educación”.
Puedes ver la entrevista completa con Claudia Rheineck en nuestro canal de YouTube.
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