La iglesia católica tomó la mayor medida de su historia contra los obispos que encubren a sacerdotes pedófilos, abusadores de menores de edad. La efectividad de esta acción, y esto es lo más importante, aún queda por comprobarse.

El papa Francisco cumplió la promesa que hiciera a las víctimas, el 7 de julio de 2014, y concreta el paso que Benedicto XVI precedió, cuando en el 2012 convocara a 140 altos eclesiásticos para escuchar el testimonio de Marie Collins, quien de niña padeció los abusos de un sacerdote, en aras de romper el “silencio cómplice”.

Crearon un tribunal especial, que dependerá de la Congregación para la Doctrina de la Fe, que sancionará a los obispos que, por negligencia o arbitrariedad, no persigan con la suficiente determinación los abusos a menores dentro de la comunidad religiosa.

Procedimiento

Se estableció que cualquier víctima que no se considere escuchada por su obispo —o bien sus familias o cualquier persona que tenga noticias de la supuesta negligencia— puede presentar la denuncia a través de la Congregación de los Obispos, la Congregación para la Evangelización de los Pueblos o la Congregación de las Iglesias Orientales.

Una vez estudiada la denuncia, se remitirá directamente al Vaticano, a la Congregación para la Doctrina de la Fe, donde “la nueva sección judicial y su personal se ocuparán también de los procesos penales por abusos de menores y de adultos vulnerables por parte del clero”.