Un jorobado enfermo de bocio, un niño decapitado en manos de un soldado y una mujer con el rostro ensangrentado forman parte de un pesebre en Quito, Ecuador, guardado durante tres siglos en un monasterio de claustro.

Propiedad de las religiosas Carmelitas Descalzas, que llegaron a Ecuador en 1653, el belén de 300 piezas se encuentra en el museo del Carmen Alto, en el corazón histórico de Quito.

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Sus delicadas figuras de los siglos XVIII, XIX y algunas de principios del XX narran escenas bíblicas como la huida a Egipto, la matanza de los inocentes o Jesús adolescente en el templo.

Entre ellas, emergen personajes de la vida cotidiana del Quito colonial y poblaciones marginadas en esa época, reflejando la diversidad e interculturalidad de la ciudad.

"Es muy interesante encontrarnos con piezas que muestran la interculturalidad, la diversidad en la ciudad. Tenemos indígenas, afrodescendientes, españoles llegados a América", afirma Gabriela Mena, coordinadora del museo.

Entre las piezas, se pueden apreciar varios personajes del pueblo indígena yumbo con sus rostros pintados y una suerte de tocados de plumas en sus cabezas.

En la escena de los afrodescendientes, resalta la vestimenta "afrancesada, muy decorada", explica Noralma Suárez, responsable de la reserva del Carmen Alto, que exhibirá la muestra hasta el primer trimestre de 2024.

Hace diez años, un ala del monasterio fue transformada en museo. En el resto del complejo viven las religiosas.

ECUADOR: PESEBRE REFLEJA PASADO Y PRESENTE 

El pesebre también presenta escenas diversas como madres amamantando a sus bebés, un hombre jorobado que muestra su cuello hinchado por los efectos del bocio y una dramática escena de violencia doméstica.

En esta última, un hombre amenaza a una mujer con una botella, mientras ella parece dar un paso atrás con su niño cargado en la espalda y el rostro cubierto de sangre.

Las piezas exhiben una variada gama de tamaños, desde imágenes más grandes de unos 50 centímetros que representan a María, José y el niño Jesús, hasta otras que caben en una mano y algunas más pequeñas que un dedo índice.

Este particular pesebre no solo narra eventos bíblicos, sino que también permite "evidenciar y palpar ciertas cosas que sucedían en un determinado momento histórico", como los problemas de salud, señala Suárez, refiriéndose al personaje afectado por el bocio.

En un trabajo museográfico que entrelaza pasado y presente, cada año se instala el pesebre bajo una temática contemporánea. En ediciones anteriores, se han abordado temas como la migración, los desastres naturales y la música.

(Con información y fotos de AFP)