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Lucho Paz: "No pensé ser cumbiambero"

En "Miradas", Lucho Paz repasa su historia artística, su fe en la Cruz de Motupe y el camino que lo llevó de Chiclayo a convertirse en una voz emblemática de la cumbia peruana. Foto: captura.

En "Miradas", Lucho Paz repasa su historia artística, su fe en la Cruz de Motupe y el camino que lo llevó de Chiclayo a convertirse en una voz emblemática de la cumbia peruana. Foto: captura.
12:13 horas - Martes, 23 Diciembre 2025

El cantante Lucho Paz fue el invitado de Miradas, espacio conducido por Fátima Saldonid, donde compartió un recorrido honesto por su vida personal, su fe, sus inicios musicales y el camino que lo llevó a convertirse en una de las voces más reconocidas de la cumbia peruana. A lo largo de la conversación, el intérprete habló de su infancia en Chiclayo, sus miedos, sus sueños y las decisiones que marcaron su destino artístico.

Lucho Paz se definió desde el inicio como un hombre de profunda devoción. El objeto que lo representa es la Santísima Cruz de Motupe, símbolo que acompaña su vida desde 1997. “En el año 97, empiezo a seguir a la Cruz de Motupe por un pedido muy especial que le hice”, contó. A partir de esa experiencia, dejó atrás el escepticismo y fortaleció una fe que hoy considera central en su vida. Cada año regresa a venerarla y encuentra en ese acto un espacio de calma. “Cada vez que voy, siento una paz espiritual porque siempre pido por mi salud, por mi trabajo, por mi familia”, afirmó.

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Durante la charla, Fátima Saldonid abordó la idea del personaje público que muchas veces se construye alrededor de los artistas. Lucho Paz coincidió con esa mirada y destacó que detrás del escenario existen historias profundas. Para él, el arte nace de la experiencia personal y de las vivencias acumuladas con los años. “Creo que esa es la magia, el gusto de cada canción que yo interpreto”, señaló al hablar de su rol como intérprete y del valor que los compositores han visto en su manera de cantar.

El cantante reconoció que su forma de interpretar tiene una raíz clara en su tierra natal. Chiclayo y su entorno familiar marcaron su oído musical desde niño. Su padre, cantante aficionado, llenó la casa de boleros, rancheras y voces emblemáticas. Lucho recordó a referentes como Nino Bravo, José José y Camilo Sesto, artistas que moldearon su sensibilidad romántica. Aunque soñó con una carrera internacional fuera de la cumbia, la vida lo llevó por otro camino. “No pensé ser cumbiambero”, confesó, aunque reconoció que ese género le dio los mayores éxitos de su trayectoria.

LOS PRIMEROS PASOS Y EL MIEDO ESCÉNICO

Desde muy pequeño, la música apareció como un juego entre hermanos. Ollas, escobas y voces improvisadas dieron forma a sus primeras experiencias. A los 15 años integró su primer grupo formal, Ave Fénix, aunque el miedo lo acompañó durante mucho tiempo. En sus primeras presentaciones se escondía detrás de los parlantes por vergüenza. Con el tiempo, el colegio y las actuaciones escolares lo ayudaron a enfrentar ese temor, siempre con el apoyo de su madre.

A los 18 años, Lucho Paz dejó Chiclayo y llegó a Lima sin avisar a su padre. La capital lo recibió con miedo, trabajos duros y una vida muy distinta a la que conocía. Fue herrero, vigilante y trabajador nocturno, sin dejar de cantar a solas cada vez que podía. En uno de esos momentos ocurrió una escena que recuerda con claridad: solo en su centro de trabajo, tomó un micrófono y cantó como si estuviera en un escenario. Al terminar, escuchó aplausos. Ese gesto lo empujó a intentar suerte en televisión.

EL SALTO EN TELEVISIÓN Y EL ORIGEN DE TODO

Su participación en El Trampolín a la Fama, con Augusto Ferrando, marcó un antes y un después. Llegó a obtener el segundo lugar y, aunque regresó a Chiclayo, esa experiencia encendió una convicción. Poco después, tras un concurso musical en el norte, recibió la oportunidad que cambiaría su historia: una prueba con el Grupo 5. Luego de una audición y una grabación en Lima, llegó la propuesta formal. “Entonces, ahí empezó todo”, recordó.

El inicio profesional trajo también su primer ingreso estable como cantante. Lucho Paz recordó con claridad qué hizo con ese dinero. “Lo metí al banco entonces, saqué mi libreta de ahorro”, dijo, dejando claro que desde el comienzo entendió el valor del esfuerzo y la disciplina.

DIEZ AÑOS QUE MARCARON UNA ETAPA

Lucho Paz recordó que su trayectoria no estuvo marcada por muchos grupos, sino por procesos largos y decisivos. “Estuve 10 años con el Grupo 5”, precisó, al referirse al periodo que abarcó desde 1984 hasta 1994. Esa etapa le permitió crecer como intérprete y ganar experiencia, aunque también lo llevó a tomar decisiones difíciles. Convencido de que debía avanzar, decidió salir del grupo para apostar por nuevos proyectos en Lima, bajo la propuesta de Beto Cuestas. Sin embargo, la falta de continuidad lo llevó a poner fin a esa etapa y regresar a Chiclayo con dos temas grabados, una cumbia y una salsa, como inicio de una producción propia.

De vuelta en el norte, Lucho Paz intentó formar su propia orquesta. Esa experiencia le permitió conocer las dificultades del rubro desde otro ángulo. La falta de estabilidad y una mala contratación marcaron ese proyecto, que terminó antes de despegar. “Creo que me acobardé. Esto no es para mí”, recordó. Tras ese episodio, decidió continuar como solista y se integró a Los Hermanos Calvay, agrupación de Ferreñafe, en un contexto económico complejo.

El año 1997 marcó un antes y un después. En medio de una situación personal y económica crítica, Lucho Paz participó en una presentación durante la feria de la Cruz de Motupe. Aunque se consideraba escéptico, accedió a acompañar a sus compañeros a la iglesia. Ese momento quedó grabado en su memoria. “Sentí algo extraño, te lo juro”, contó. Frente a la cruz, pidió que su situación cambiara. Días después, recibió una llamada que transformó su camino.

AGUA MARINA Y EL CAMBIO TOTAL

Un amigo lo puso en contacto con Agua Marina, agrupación que buscaba cantante. Al inicio, Lucho dudó. No se sentía identificado con el formato del grupo. Aun así, el destino insistió. El propio Teófilo Quiroga lo llamó y lo invitó a Sechura. Tras esa reunión, todo cambió. “Cambió mi situación totalmente”, afirmó. Con Agua Marina llegó uno de los mayores hitos de su carrera.

En ese contexto grabó Tu amor fue una mentira, canción que no estaba destinada a su voz. “Ese tema no lo iba a grabar yo”, reveló. Sin embargo, el resultado fue contundente. El tema se convirtió en un éxito y marcó un punto alto en la cumbia peruana. Javier Yaipén destacó su talento y calidad humana, mientras que el compositor Miguel Laura señaló que esa canción elevó la aceptación del género en todos los estratos sociales. “Lucho Paz es un cantor emblemático”, afirmó.

Desde su experiencia, Lucho Paz explicó que la cumbia conecta porque expresa emociones profundas. “La cumbia es un sentir”, señaló. Para él, este género refleja el dolor, la alegría y la historia de un país que se reconoce en sus letras y ritmos. Esa conexión también se vive fuera del Perú, donde los conciertos se convierten en espacios de reencuentro cultural.

Lejos de la pose del artista inalcanzable, Lucho Paz se define como una persona sencilla. Acepta fotos, conversa con la gente y mantiene una relación cercana con su público. Sus amigos, como Dilbert Aguilar, destacan su calidad humana y responsabilidad. El momento más emotivo llegó con el mensaje de su hijo Osmar y su nieta Lía, quienes expresaron orgullo y cariño. Conmovido, Lucho cerró con una frase que resume su mirada sobre la vida: “La vida es como un tango, que el que no la baila es un tonto”.

No te pierdas esta conversación completa con Lucho Paz en Miradas, conducido por Fátima Saldonid. Mira la entrevista completa en nuestro canal de YouTube.

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