Política

Alan García deja una carta a sus hijos antes de quitarse la vida

La carta fue leída por su hija Luciana García durante el velatorio en la Casa del Pueblo.
10:27 horas - Viernes, 19 Abril 2019

El expresidente Alan García dejó una carta antes de tomar la decisión de acabar con su vida, según reveló su hija Luciana García Nores la cual leyó durante el velatorio llevado a cabo en el Aula Magna de la Casa del Pueblo.

Como se recuerda, el pasado miércoles, el exmandatario se disparó en la cabeza en su vivienda ubicada en el distrito de Miraflores cuando la Policía llegó tras una orden de detención preliminar por el caso Odebrecht.

[Lee también: Militantes del Apra se despiden de Alan García en la Casa del Pueblo]

La carta completa de Alan García:

Cumplí la misión de conducir el aprismo al poder en dos ocasiones e impulsamos otra vez su fuerza social. Creo que esa fue la misión de mi existencia, teniendo raíces en la sangre de este movimiento.

Por eso, y por los contratiempos del poder, nuestros adversarios optaron por la estrategia de criminalizarme durante más de 30 años, pero jamás encontraron nada y los derroté nuevamente, porque nunca encontraran más que sus especulaciones y frustraciones.

En este tiempo de rumores y odios repetidos, que la mayoría creen verdad, he visto como se utilizan los procedimientos para humillar o vejar y no para encontrar verdades.

Por muchos años me situé por sobre los insultos, me defendí y el homenaje de mis enemigos fue argumentar que Alan García era suficientemente inteligente como para que ellos no pudieran probar sus calumnias.

No hubo ni habrá cuentas, ni sobornos, ni riquezas. La historia tiene más valor que cualquier riqueza material. Nunca podría haber precio suficiente para quebrar mi orgullo de aprista y de peruano. Por eso repetí: otros se venden, yo no.

Cumplido mi deber en la política y en las obras hechas para el pueblo, alcanzadas las metas que otros países o gobiernos no han logrado, no tengo por qué aceptar vejámenes. He visto a otros desfilar esposados, guardando su miserable existencia. Pero Alan García no tiene por qué sufrir esas injusticias y circos.

Por eso le dejo a mis hijos la dignidad de mis decisiones, a mis compañeros una señal de orgullo, y mi cadáver como una muestra de mi desprecio hacia mis adversarios porque ya cumplí la misión que me impuse.

Que Dios, al que voy con dignidad, proteja a los de buen corazón y a los más humildes.



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