Hace 40 años, ocho periodistas, un guía y un comunero perdieron la vida tras ser torturados por los pobladores de la localidad de Uchuraccay, en Huanta, luego de ser confundidos por senderistas.

El 26 de enero de 1983, los hombres de prensa, acompañados de un guía, llegaron a pie al poblado ayacuchano a cubrir lo que sucedía en el lugar producto de la intromisión de Sendero Luminoso y ante la falta de cobertura respecto al tema en general. 

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Una vez en Uchuraccay, locales de la zona los capturaron junto a un comunero que trató de intervenir. Las diez personas fueron torturadas y asesinadas bajo la presunción de ser terroristas, esto siguiendo las advertencias de los Sinchis, unidad especial de la Policía y quienes habrían recomendado acabar con la vida de cualquiera que ingresase al poblado a pie, ya que ellos se trasladaban netamente vía aérea.

La localidad veía siendo controlada por senderistas desde 1981, pues se trataba de un punto estratégico con acceso a valles y selva, además de contar con nula presencia o protección del Estado. Durante los meses posteriores a la masacre, 135 pobladores fueron asesinados en consecuencia de incursiones senderistas y paramilitares, lo cual terminó por espantar al resto de la comunidad y convirtiendo a Uchuraccay en un pueblo fantasma por años. 

Este hecho representó uno de los primeros choques culturales entre la capital y en el interior del país en lo que va de la historia reciente. A cuatro décadas de la masacre, los deudos de las víctimas aún esperan una auténtica reconciliación.