Concytec: Conoce la diferencia entre armas químicas y biológicas, un tema del día en el conflicto Rusia-Ucrania
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El Consejo Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación Tecnológica (Concytec) a través de su programa virtual Dosis de Ciencia que se emite por Facebook, informó sobre el funcionamiento y las diferencias entre las armas químicas y biológicas, así como los riesgos que representaría su posible uso para la humanidad en el actual conflicto Rusia-Ucrania.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), las armas biológicas son microorganismos como los virus, bacterias, hongos u otras toxinas las cuales se producen y liberan intencionalmente con el fin de causar enfermedades y muerte en humanos, animales y plantas.
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Por ejemplo, entre los agentes biológicos están: el ántrax, la toxina botulínica y la peste que pueden causar innumerables muertes en poco tiempo y al tratarse de patógenos con diferentes lapsos de incubación pueden ser más o menos difíciles de contener.
● Armas biológicas más conocidas: ántrax, la toxina botulínica, la peste, gripe española.
Para convertirlos en armas, es necesario que estos patógenos puedan replicarse en ambientes controlados o encontrarlos en grandes cantidades de forma natural. Otra opción es producirlos en laboratorios, modificando bacterias o sintetizando virus a partir de su genoma, como ocurrió con el poliovirus, el bacteriófago phiX174 y la gripe española. Ahí los organismos se vuelven más o menos letales o contagiosos para así afectar a las poblaciones o para tener periodos de incubación regularmente cortos que generen contagios.
Otro dato es que estos patógenos pueden adoptar la forma de misiles, bombas, granadas de mano y cohetes, incluso tanques de aspersión en vehículos de agua, mar y tierra. En otros casos, estos organismos pueden viajar sencillamente en sobres. Se emplean en ataques terroristas como el del año 2001 en Estados Unidos, cuando esporas de ántrax fueron enviadas en sobres postales a una serie de ciudadanos, donde 22 se enfermaron y cinco fallecieron.
Incluso algunos agentes pueden distribuirse en forma de aerosol, ya sea para ser inhalados o para infectar puntos susceptibles de la piel, como cortes o heridas, y de esta manera lograr contaminar personas o incluso alimentos y fuentes de agua.
● Armas químicas: gas lacrimógeno, gas pimienta, Tabún, Sarín, el Cloro, entre otros.
Por otra parte, están las armas químicas, aquellas que utilizan propiedades tóxicas en vez de explosivas para producir efectos físicos o fisiológicos en un enemigo. No son patógenos que disparen enfermedades, sino sustancias artificiales cuyas propiedades fisicoquímicas afectan al sistema nervioso, respiratorio o la piel, ocasionando el colapso a los organismos afectados.
Recordemos que el uso moderno de armas químicas comenzó en la Primera Guerra Mundial, con bombas de gases venenosos que acabaron con la vida de aproximadamente 100 mil personas. Estas armas constan de conocidos productos químicos con fines comerciales que se incorporan a municiones como granadas y proyectiles de artillería. Algunos de los químicos más conocidos en esta línea son: el cloro, el fosgeno (un agente asfixiante) y el gas mostaza (que provoca dolorosas quemaduras en la piel).
También está el gas lacrimógeno y el gas pimienta que van en estado líquido y se distribuyen como aerosoles en explosivos. Estas son armas no letales, disuasivas y provocan la irritación de ojos, boca, garganta, pulmones y piel que incapacitan a las personas temporalmente, constriñendo las vías respiratorias. Este armamento suele emplearse en multitudes y manifestaciones.
Los agentes nerviosos como los gases Tabún y Sarín bloquean una enzima llamada acetilcolinesterasa en el sistema nervioso, afectando las sinapsis, sobreestimulando músculos, glándulas y nervios rápidamente cuando son absorbidos por la piel y los pulmones, causando convulsiones, pérdida del control del cuerpo, parálisis muscular (incluidos el corazón y el diafragma) y pérdida del conocimiento.
A diferencia de los gases que fueron mencionados, existen otros agentes del mismo tipo, como el somán y la ciclosarina, los cuales persisten por más tiempo en superficies y necesitan apenas miligramos para causar la muerte.
Los agentes sanguíneos son el tercer tipo de arma química: una vez que se inhalan sustancias como el cianuro de hidrógeno, el cloruro de cianógeno o la arsina en estado gaseoso, afectan la capacidad de las células para usar el oxígeno y de las células sanguíneas para transferirlo a los diversos tejidos. En la práctica, el sistema nervioso central, cardiovascular y el sistema respiratorio colapsarían.
Otro tipo de arma química es el de los agentes vesicantes, sustancias oleosas que actúan por inhalación y contacto, causando ampollas tipo quemaduras en ojos, vías respiratorias y piel, irritando mucosas y afectando células. El más conocido es el gas mostaza producido en líquido, aerosol, vapor y polvo el cual además fue desplegado en la Primera Guerra Mundial afectando incluso a tropas que llevaban máscaras y trajes de protección.
Finalmente, están los agentes asfixiantes que lesionan el tracto respiratorio como la nariz, la garganta y fuerzan a los alvéolos pulmonares a segregar líquidos que terminan saturando a estos órganos y ahogando a las víctimas. Otros parecidos son el cloro, la cloropicrina, el difosgeno, el fosgeno, entre otros.
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Con información de Concytec